lunes, 3 de septiembre de 2007

WILSON SALIWONCZYK La oralidad y ciertos academicismos

Prologo del libro Juglares del Mundo
Dirigido por Pepe Criado y Enrique Duran.

Ha sido una gran alegría compartir los festivales JUGLARES DEL MUNDO y la alegría sigue creciendo dado que tiempo después de la siembra continúa la feliz cosecha. Hemos compartido esta experiencia cultural con tantos artistas y tan buenos que no es posible elaborarla durante los festivales (no se puede beber el mar de un solo trago). Este libro es una nueva forma de nuestra felicidad para seguir compartiendo estos trabajos con muchos amigos más y que todos sigamos aprendiendo de todos.

Como lo he dicho tantas veces, el arte es inherente al ser humano; como la sonrisa, como la lágrima, y brota de la necesidad de expresión de las distintas culturas. El arte viene de adentro del hombre, como dice Ernesto Sábato; “un árbol pintado por Van Gog es el retrato del alma de Van Gog”. El arte no brota de las academias y no es lugar para buscarlo o aprenderlo; para ver el arte hay que cerrar los ojos. El arte que se hace en las academias es, al arte verdadero, lo que la flor artificial es a la flor natural. Suele creerse que la flor silvestre es menos bella que la artificial; nadie regalaría un ramo de flores silvestres, salvo un poeta u otro artista. Pero ¿por qué se supone que esa flor artificial es más bella? ¿Qué es lo que determina que así sea? Es una costumbre cultural. La ropa que a los jóvenes les parece hermosa, a las generaciones anteriores les parece horrible muchas veces. Las modas son impuestas. Lo malo es que las academias establecen cánones caprichosos que por lo general obedecen a los poderes de turno;es decir, en épocas de Franco no se enseñaba la poesía de Lorca ni de Hernández en las academias, ni la de Neruda, ni la de Martí y mucho menos la de los troveros andaluces, ni los bertsolaris vascos porque además de la discriminación política en las academias también está la discriminación social y cultural. De allí nace el mote de arte popular, de arte menor, de música popular en oposición a música culta y todo lo que no es una sinfonía no es música y todo lo que no es un soneto no es poesía y por ende es dejada en el camino y no las recoge ningún historiador. Entonces Schuman pasa a ser parte de la historia musical en Andalucía, Góngora pasa a ser parte de la historia de la literatura en La Pampa y las personas aprenden una historia cultural absolutamente falsa y ajena, porque si fuera por las academias nadie sabría cómo cantaban sus abuelos, cómo escribían, qué danzas tenían. Es decir, ignorarían su propia historia.

Por suerte el arte no sabe nada de academias y sobrevive en el alma de los pueblos (porque las lágrimas y las sonrisas nunca van a dejar de brotar) sin preguntarse si está de acuerdo con los parámetros impuestos por las dictaduras de la historia cultural que en la mayoría de los casos el arte que toman es del pueblo. Después de considerarlo durante un siglo como un revoltoso, cuando ya el artista está bien muertito, lo canonizan con lo cual muchos grandes maestros estarían horrorizados al ver la sufi-ciencia con que se estudia su obra, cómo se diseca y disecciona su arte clasificándolo según un orden inventado que sólo tiene coherencia en sí mismo pero no tiene relación con la intención original de los artistas que por lo general se divierten escandalizando a los directores de laboratorios de música, poesía, pintura etc. que intentan a cada momento dictar las leyes de la métrica, la armonía, la combinación de colores tratando de embalsamar el arte que es lo mas dinámico que existe. Porque el río subterráneo del alma de los pueblos, el inconsciente colectivo si se quiere, se mueve permanentemente y entonces llegan los artistas considerados rebeldes que luego pasarán a ser llamados precursores o adelantados, pero sólo cuando un siglo después la realidad les estalla en la cara y ven que el arte es un brote incontrolable y que pueden transplantar flores artificiales y cortar las silvestres ,pero en algún rincón siempre nace un arbolito que tiene la fuerza de lo natural, de lo verdadero y no la debilidad de lo transplantado de lo extranjero, de lo impuesto arbitrariamente.

Es una suerte entonces tener un espacio como JUGLARES DEL MUNDO para que los protagonistas verdaderos de la historia cultural de nuestros pueblos puedan contarla. Para que todos sepan que mientras en un teatro o en un salón con las únicas cuatrocientas personas ricas de la región se escuchaba música clásica, afuera todo el pueblo estaba trovando, payando, al son del fandango cortijero, de la milonga criolla. Toda esta música y poesía es una parte de la historia ignorada casi por completo. Es decir que el arte de la mayoría no sólo que no tiene un papel protagónico, sino que ni aparece en esta novela donde la mayoría del espacio lo ocupa la música artificial de una minoría ignorando la verdadera música de cada cultura, que es remplazada por las pautas culturales oficiales. Esto es una forma intencional de amordazar las verdades que cantan los poetas del pueblo y que en muchos de los casos esas pautas académicas son inventadas porque también ha sucedido que algunos han planteado el logro de que el arte popular haya llegado a las academias, cosa que siempre sucedió porque la música de Lizt, de Brahms de Chopin y de tantos, nació del fondo de sus almas y de todo lo que habían escuchado, incluyendo principalmente a todos los campesinos y aldeanos que cantaban y tocaban en las fiestas y reuniones de sus pueblos. Es decir, que el arte popular siempre estuvo en las academias después de pasar por un proceso de acartonamiento y que no existe otro arte que no sea el popular, porque todos los artistas vienen de algún pueblo. “Nadie nació en toda Europa” dijo alguien. Lo que aún no ha sucedido es que las academias lleguen al arte y serían las universidades, institutos y demás los que deberían estar orgullosos si algún día llegan al “arte popular” y no a la inversa.

En JUGLARES DEL MUNDO, cada compañero de nuestra comunidad de músicos y poetas trajo la historia verdadera de su cultura, de su pueblo, lo cual es fundamental para reconstruir nuestra historia cultural. Se trata de algo tan importante como la identidad, así como es importante saber quiénes son nuestros padres, es importante saber quiénes son nuestro padres culturales, para que los jóvenes conozcan su verdadero pasado y para que nos reconozcamos a nosotros mismos sin tener vergüenza de reconocer que nos divertimos, nos conmovemos, nos maravillamos mucho más con un poeta rural de nuestra región que con un escritor academicista de las grandes capitales del mundo, porque no nos sentimos nombrados, porque el cante o la payada o el son, nos estremecen y las sinfonías nos aburren porque quien las compuso no nos estaba hablando a nosotros. No podemos sentirnos retratados cuando no es el rostro de nuestra historia el que está pintado. No podemos elegir a nuestros abuelos de acuerdo con las modas impuestas.

La calidad y la calidez con las que cada artista entregó su arte en estos encuentros fueron maravillosas y conmovedoras. Miguel Cadavieco y Marisa Salcines trajeron la tradición de Cantabria en antiguas leyendas y romances que están cargados de tiempo y de historia con todo el peso que eso le da al arte; así es muy fácil comprender cómo Marisa, que prácticamente era la primera vez que pisaba un escenario, parecía una artista de gran trayectoria. Es que en realidad lo es, porque desde siempre estuvo llena de historias para contar, de historias vivas, de su gente, de sus padres, sus abuelos. No tuvo más que abrir la boca y los pájaros volaron al son del rabel, un instrumento tan tierno, tan íntimo y conmovedor que parece formar parte misma del espíritu de quien lo toca; el alma y el rabel están hechos de la misma madera. Tiene un sonido que hace temblar hasta el fondo del alma. La risa, como dije al comienzo, brota del fondo del alma y Miguel hace del juego con la palabra, la materia de su canto y logra de manera natural que el público y él sean uno solo, una sola gran alma. Juega con las músicas, con los versos y mientras lo escuchamos nos identificamos con él a tal punto que sentimos que somos nosotros los que estamos haciendo equilibrio con los versos. Nos sentimos atrapados por un mínimo suspenso que nos mantiene en vilo hasta que termina su estrofa que muchas veces, cuando canta con improvisadores de otras tradiciones, trata de imitarlas haciéndonos cómplices del juego ..Mostrando, por ejemplo, la estructura de la décima escrita en su mano como ayuda memoria antes de saltar al vacío y de allí en más, él y nosotros, estamos juntos en la aventura de construir los versos dentro de un juego maravilloso que no tiene reglas estáticas ni rígidas. No hay juicio crítico, nadie se fija si este verso es octosílabo o si el esquema de rimas es el adecuado, lo cual sería arruinar un juego que es absolutamente libre. El artista que canta con el alma en el escenario es escuchado con el alma.

Paco Megías es uno de los mejores improvisadores rurales que he escuchado en mi vida. Hay quienes dicen que los cantores del campo son sencillos. Si el hecho de que alguien cierre los ojos, piense en una idea, la versifique, pueda comunicársela a quienes lo escuchan, a través de un sonido llamado voz que articula símbolos llamados palabras que tienen un significado tradicional (pero otro significado dado por el contexto y por el timbre emocional que le imprime el cantor). Si todo eso es sencillo porque habla del campo, pues que inventen una máquina de improvisar “versos sencillos” o que los improvisen.

Un amigo del campo, llamado Juan Tolosa, de un hermoso lugar llamado Minas en Uruguay se acercó una vez y me regaló un libro de versos escritos por él. Como había escuchado que yo tenía un lenguaje distinto, por no decir estúpido, me obsequió su libro con mucha humildad y me dijo

-Yo no tengo cultura pero escribí este libro y te lo quiero regalar.
- Juan! ¿Vos cuántas cosas del campo sabes?
- Todas, del campo, todas.
- ¿Y cómo hay que hacer para aprender todo eso?
- Y… hay que estar cuarenta años en el campo.
- Bueno entonces no es que vos no tengas cultura, vos tenés una cultura distinta.

Si bien de alguna manera yo me hice el sabiondo, estos maestros rurales como Paco Megías y Juan Tolosa tienen una forma de cantar admirable, que ningún poeta complejo (o acomplejado) puede lograr. Yo me confieso incapaz de hacer una copla por ejemplo, una copla verdadera digo, cualquiera puede juntar cuatro reglones octosílabos. Domingo Zerpa, poeta de Jujuy (Argentina), también decía que una vez que perdió la “sencillez” no pudo recuperarla. Es una suerte cuando los poetas de este estilo se mantienen en su tradición y es una pena cuando se contagian de otros dialectos supuestamente más cultos con un lenguaje ortopédico que en nada expresa lo que sienten y piensan los poetas, sino que es más bien una especie de pirotecnia verbal que deslumbra pero es efímera y vana.

El Maestro Miguel García (Candiota) ha dejado en Argentina y Uruguay una huella muy profunda en la gente en general y en los payadores sobre todo. Es como si nos hubiéramos reencontrado con nuestro abuelo, ya que casi toda nuestra música viene de Andalucía, así como la décima y la copla y la milonga y la vidalita y muchos ritmos más. A esto le sumamos que sentir la fuerza emocional de Candiota, porque él estaba emocionado, fue muy conmovedor y todo esto sostenido por la impecable calidad de sus décimas y quintillas. La gente de aquí nos pide grabaciones suyas.

Los músicos Enrique Duran y Francisco Fernández nos deslumbraron con su virtuosismo y nos ayudaron a reconstruir el árbol genealógico de nuestra música, sobre todo de nuestra guitarra que hemos heredado de Andalucía. Así pudimos desandar y conocer el camino sonoro de nuestro canto para comprenderlo mejor y saber de dónde viene. Otro momento muy emocionante para muchos de nosotros fue el color del sonido del violín acompañando el trovo de los maestros Paco Mejía y Candiota, con ese aire tan árabe, con todo esto ejecutado y explicado sobre el escenario nos dieron la alegría de que, en 9 de Julio por ejemplo, la gente haya podido disfrutar con mucha atención de un espectáculo netamente cultural, multitudinario y entretenido. Tres aspectos que no suelen ir de la mano.

La elección del elenco que hizo Pepe Criado es inmejorable. Si la hubiera hecho yo, hubiera elegido a los mismos artistas, por lo que le estaremos por siempre agradecidos a él, a Marcelo López y a Los Ayuntamientos de Vícar, Dalias y Berja.

Con mis hermanos, los jóvenes payadores argentinos Luis Genaro, David Tokar, Juan Lalanne, Cristian Méndez y Emanuel Gabotto seguimos trabajando juntos, cada vez más unidos a pesar de las circunstancias adversas, lo cual tiene doble mérito. Fue un placer que dos funcionarios de la cultura española los hayan distinguido en un acto simbólico por los trabajos realizados con tanto esfuerzo y talento.

Susana Repeto tuvo una de las mayores aceptaciones con sus improvisaciones, siempre tan espontáneas, tan íntegramente improvisadas, tan “cuesta arriba” como dicen los cubanos.

Alexis Díaz Pimienta, como siempre, deslumbró en cada una de las actuaciones con el renovado lenguaje poético que ha generado el movimiento decimista cubano que, desde Naborí hasta los jóvenes actuales viene auspiciando un cambio maduro, sólido y dado por el propio peso de sus poetas.

El Maestro uruguayo Abel Soria, el más claro referente sobre todo en la décima escrita rioplatense, hizo un recital de poemas serios a pedido nuestro ya que su obra es mayormente de un alto vuelo humorístico con una calidad literaria tan sutil que es casi invisible, pero de una gran solidez. En lo personal es un capítulo importante porque mi padre, que también es uruguayo, se crió en los campos orientales leyendo y escuchando los versos de Abel Soria que luego me recitaba a mí cuando era niño. Con el tiempo yo llego a tener el privilegio de intercambiar correspondencia en verso y compartir escenarios con él.

Mariana Carrizo y Melania Pérez trajeron un tesoro de arte al cantar la única tradición oral latinoamericana precolombina que conozco y he visto en este tipo de festivales. Ellas son bagualeras y cantan versos populares de creación colectiva y a veces improvisados, acompañadas por un instrumento de percusión llamado caja,una especie de tamborcito que cuelgan de su mano con una herencia tan importante que cada vez que golpean ese pequeño instrumento parece que resuena en el fondo del alma y del tiempo. Además de ser dos de las más destacadas copleras, compartieron con nosotros una tradición maravillosa.

El payador uruguayo Gabriel Luceno, con treinta años de edad, es un caso pocas veces visto por la variada calidad de sus expresiones artísticas; canta bien, toca bien la guitarra, escribe buenos versos, compone buenas canciones y es muy buen payador.
Marcel Chávez, el destacado músico uruguayo fue cómplice nuestro en la aventura de acompañar a Alexis en el Punto Cubano.

No tengo palabras para valorar el inmenso trabajo y la inyección de entusiasmo que Coral Curtti puso en la organización, así como Abel Zabala, Pato Ferreira y en nombre de Daniel Flores y El chileno Villalobos agradecemos la hospitalidad y colaboración de todos nuestros amigos.

Gualberto Hernández preparó con mucha dedicación una recepción en versos por milonga criolla para todos los artistas para la función realizada en Montevideo, así como en 9 de Julio los hicieron el maestro Juan Carlos Herrera y el joven Grupo Emprocuras.
He tratado de sosegar mis comentarios apasionados para que no parezcan exagerados, pero estos artistas merecen mucho más de lo que yo he dicho aquí. Por lo que en lo artístico creo que no hubo sobre el escenario durante las cuatro presentaciones, ni tan sólo cinco minutos débiles. Con un elenco excelente, nos preocupamos para que cada uno se expresara en toda su dimensión, alternando la intervención de cada artista de manera matizada jugando con las diferencias y parecidos de cada tradición, por lo que me parece que lo que hicieron todos estos artistas es insuperable. En lo organizativo cometimos graves errores que no nos permitieron atenderlos, cuidarlos y agasajarlos como se merecen. Además de que los hermanos que nos visitaron tuvieron que adaptarse a las distancias y sacrificios a los que por estas regiones estamos habituados. Pero lejos de desistir, de nuevo en pie, redoblaremos la apuesta para la próxima edición.

Es muy importante que escribamos la historia de nuestro canto nosotros que la conocemos y que no nos mueve ningún otro interés más que el de contar lo cierto de este arte. Es asombrosa la cantidad de material que se edita sobre la improvisación poética o la música tradicional desde los institutos oficiales, academias y universidades con un gran desconocimiento de los temas tratados, con mucha irresponsabilidad, soberbia, conclusiones arbitrarias, datos inventados e informaciones que son lisa y llanamente, mentiras. Son muy pocos los textos que se pueden recomendar para el estudio de la poesía oral improvisada, lo cual es peligroso porque un investigador toma información del antecesor y el que sigue hace lo mismo y se hace una gran bola de datos inciertos.

El arte es el código más profundo que existe, en él está cifrado el alma de cada comunidad que representa, y distorsionar la historia del arte es modificar la historia de la humanidad. El arte nació como brote emocional, ritual, como rogativa, como celebración mágica o religiosa. En esos ámbitos se cantaba, se danzaba, se declamaba a la luz antigua del fuego. El arte no es un objeto que pueda profanarse. Debe ser respetado porque para nosotros, los poetas orales, cierta región de nuestro canto sigue siendo sagrada.

Un abrazo grande.

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